lunes, 2 de noviembre de 2009

Una mirada hacia el Congo

Mi prima Pura, de Navarrés, tiene mi edad y desde niñas hemos sido muy amigas.
Luego la vida nos separa; ella me acaba de contar su vivencia como cooperante en África.

He pasado dos meses en Kinshasa como cooperante. Fui allí para ayudar a organizar una escuela y soy yo la que he aprendido mucho de aquella gente, de aquel país.
La primera impresión, dicen, es la que impacta. En mi caso me recibió un bofetón de calor húmedo propio del clima tropical, un policía al que tuve que sobornar para recuperar mi pasaporte y un grupo de personas que rodeaban el coche que me iba a llevar a la ciudad. Estaba muy oscuro, y al principio no los distinguía pero luego me di cuenta que eran niños. Los niños de la calle . Los “shegués” que llaman los congoleños

Piel de elefante hay que tener para contemplar diariamente a niños con mirada de hombre que está de vuelta de casi todo. Se sitúan en las ventanillas de los coches cuando te paras en los semáforos y siguen corriendo detrás después de arrancar si notan que has hecho el gesto de sacar la cartera. Se juegan la vida por un franco. Son más de 18.000 sólo en esta ciudad según la “Red de educadores de los niños y jóvenes de la calle”
¿Qué es lo que empuja a estas criaturas a vivir así? Las causas de este fenómeno son demasiadas: la situación económica, social y política del país. Los años 91 y el 93 les llaman en Kinshasa "los años de los pillajes" Las causa de estos hechos son largas de explicar, aunque es evidente que la pobreza y el hambre llevadas al extremo, hacen que uno se lleve por delante todo lo que pueda paliar las necesidades mínimas de cada familia, de cada persona . Y el pillaje en ese momento pareció que iba a solucionar algo. Algunos se dedicaron en cuerpo y alma, saqueando empresas, casas, fincas, hoteles y las pequeñas inversiones dedicadas al turismo Solo en el saqueo de Toyota se llevaron todos los todoterrenos que estaban en el almacén . Naturalmente Toyota se fue del país para nunca más volver. Otras fábricas, y empresas extranjeras hicieron lo mismo. Si antes del 93 había problemas para tener trabajo y los salarios estaban bajo mínimos, no hay que ser un lince para deducir lo que ocurrió después.Los padres ven pasar el día, las semanas, sin que haya una solución al problema más acuciante, el hambre. Y mandan a sus hijos a la calle a mendigar porque sus familias necesitan dinero para sobrevivir. Porque provienen de familias pobres que duermen en la calle. Porque sus padres han muerto por enfermedad o a causa de la guerra en el norte o porque les resulta imposible cuidar de sus hijos
Gedeón, 14 años afirma haber abandonado a su familia “sin motivo” para venir a la ciudad. Los dejó en el barrio de Kimbanseke. “Aquí, pido dinero a la gente y como todas las veces que quiero . Esto no era posible en mi casa “Unicef dixit: “Los niños de la calle no solo vagan dia y noche sin nada que hacer. Para sobrevivir, la mayoría trabajan más de diez horas al día. Distribuyen periódicos, limpian taxis, recogen chatarra, empujan carros, vigilan coches aparcados, venden caramelos, llevan el equipaje o mendigan. Algunos trabajan en la prostitución, como chulos, camellos, carteristas o para contratistas de edificios y dueños de garajes, o también en la agricultura”
En el avión de regreso coincidí con un misionero español que dejaba el Congo después de ocho años. Estaba destrozado por dejar para siempre ese país con todos sus problemas y había estado siempre trabajando con los “shegués”. Se entiende perfectamente que le costara dejarlosEn mi estancia en Kinshasa cada día los veía, y les guiñaba un ojo al saludarles. Todavía me emociona recordar su respuesta, levantando el dedo pulgar y una sonrisa grande, grande, que llega a ocultar unos ojos tristes , tristes. Son guapos que te mueres. Todos. Pero la vida les robo su infancia,

Experiencias congoleñas III
“ LA EDUCACIÓN ES EL ARMA MÁS PODEROSA QUE PUEDE USARSE PARA CAMBIAR EL MUNDO” Nelson Mandela

Seamos realistas.De película es la idea que tiene mucha gente cuando se habla de Africa. Hollywood ha conseguido que se asocie esta palabra a las aventuras de Tarzán , o del cazador Allan Quatermain , o el entramado amoroso de Streep y Redford en aquellas “Memorias de Africa “ donde tomaban el té con mantelería de lino envueltos en música de violines .
Pero la realidad es muy distinta

El Congo –Zaire es un país inmenso y la capital, Kinshasa tiene entre seis u ocho millones de habitantes, muchos de ellos desplazados de los Kivus, la zona asolada por la guerra No he podido leer ningún documento oficial en el que se diga con exactitud la población censada . Estos millones de africanos constituyen una variedad de etnias, lenguas y costumbres que sólo tienen en común el hecho de compartir la tierra, la pobreza y unos gobiernos impresentables. El colonialismo dejó un rastro de vergüenza e injusticia, pero los africanos que han gobernado desde 1960, ya independientes de Bélgica, han contribuido a que el pueblo congoleño ocupe uno de los últimos puestos entre los más pobres del mundo.

En Kinshasa hay pocas vallas publicitarias si lo comparamos con el bombardeo al que estamos acostumbrados . La mayoría son de teléfonos móviles y productos para el pelo de las mujeres . UNICEF se propuso animar a los padres a través de vallas y muros a que escolarizaran a las niñas. “ Educar a una mujer, es educar a un pueblo”, decían los anuncios. Y no es que los padres no quieran que sus hijas vayan al colegio, no. Es que no pueden pagarlo y ante la disyuntiva, mandan a los hijos varones, de manera que con esta decisión se crea una verdadera segregación entre chicos y chicas: unos van al colegio y otras son analfabetas. Cuando tienen la oportunidad de escolarizarlos a todos no les preocupa que la educación sea mixta o no, lo que quieren conseguir es una igualdad de oportunidades para los hijos varones y para las mujeres.
Porque en Kinshasa conocí colegios de chicos o chicas separados y mixtos. Todos los que yo pude ver llevan el mismo uniforme: azul y blanco, de manera que es muy fácil reconocer por la calle a los escolares y tener un trato de deferencia como contraste por el maltrato que sufren otros niños en el este del país donde son reclutados para la guerra o sufren intolerables violaciones

Y es que aunque la Constitución recoge como un derecho la enseñanza escolar gratuita, la realidad es que las familias deben pagar unas tasas y gastos indirectos que no pueden cubrir por mucho que se empeñen. Hay que tener en cuenta que un número elevado de la población pasa con un euro al día, comen una sola vez y hacen todos los trayectos andando, de manera que de lo único que se libran con este estilo de vida es de enfermedades coronarias
¿Por qué cobran tasas si es un derecho la educación gratuita? Porque a los profesores no les paga regularmente el Ministerio. Y trabajan los sábados. Y pueden tener hasta 45 alumnos en secundaria, Y su sueldo es de 40-50 dólares. Y de algún sitio han de sacar el dinero, ya sea con las tasas o con las “aportaciones” de los padres a las que se les empuja si quieren que todo vaya bien

Es urgente que se haga realidad la frase de Nelson Mandela. Urgente