martes, 31 de marzo de 2009

El payaso Ramón

Era una vez un payaso
que se llamaba Ramón
tenía los ojos grandes
y la nariz, de cartón.

Apenas salía a la pista,
nada más oír su voz,
chicos y grandes reían
y lloraban de emoción.

Cada día que pasaba
era más feliz Ramón;
divertir a todo el mundo
era su gran ilusión.

Un día ocurrió un suceso:
el león grande escapó.
Por todas partes se oía
un rugido de terror.

Los niños ya no jugaban,
hablaban en baja voz,
y los mayores estaban
asustados del león.

Ramón estaba muy triste
por todo lo que pasó.
Ya no venían los niños,
tenían miedo del león.

Entonces tuvo una idea:
iba a hacer una actuación
y se puso la peluca
y preparó su bastón.

Y aunque estaba muy gracioso
con aquella indumentaria
solamente se reían
los perritos que pasaban

Entonces dijo Ramón:
-Si los perritos se ríen
¿Por qué no nuestro león?
Y se dispuso a buscarlo
por toda la población

Lo encontró haciendo la siesta
tumbado junto a la fuente,
tenía la cola tiesa
y desafiaba a la gente.

Era tanta su arrogancia
que a Ramón le entró un temblor,
se le doblaban las piernas
y le caía el sudor...

De pronto se serenó
como si viera una luz.
Y rezó, pidiendo ayuda,
a su amigo el Buen Jesús.

Primero hizo volteretas
y el león no dijo nada,
se le cayó la chistera
y soltó una carcajada.

¡Ya era el león su amigo!
y levantando el bastón,
lo condujo hasta el Gran Circo
cual si fuera un domador.

Todo el pueblo se agolpó
para dar la enhorabuena
a nuestro amigo Ramón,
el payaso Quitapenas.

jueves, 19 de marzo de 2009

Cuento para dormir

-Mamaíta, tengo sueño.
-Venga, vamos a dormir.
-Primero cuéntame un cuento,
ese que me hace reír.
"Esto era un rey que tenía
un palacio de marfil,
cuarenta caballos blancos
enjaezados de rubí..."
-No, ese no,
uno de pobres;
aquel que me gusta a mí.
-Pues vamos a ver...

"Érase una vez un niño
que se llamaba Aladín.
Vivió en la lejana China,
en la ciudad de Chín-Chín.
Sólo tenía dos cosas:
un carro y un parasol
apenas oía su nombre
miraba a quién lo llamó.
-Aladín, llévame al centro.
-Enseguida voy, señor.
-Aladín, llévame a casa.
que me esperan, por favor.
Aladín pasa los días
sólo con su parasol.
Lleva y trae, trae y lleva
siempre lo hace con amor.

Un día llegó una niña,
la pobre, nada le dio,
pero Aladín la condujo
donde ella le indicó.
Era un hospital muy grande.
Decía: "San Juan de Dios"
allí, unos cuantos hermanos
atendían con amor.
-Estaba mi madre enferma
-la niña le relató-.
Ahora ya se ha puesto buena
vamos a casa las dos.
-¿Dónde es tu casa?. -Le dijo.
-Bajo el puente del Gran Sol.
Y tú, ¿dónde vives? -Pues....
bajo de mi parasol.

Salió la madre estrechando
a su hija con emoción.
-¿Quién es este niño? dime
-Es mi amigo desde hoy.
Me llamo Aladín, señora
y voy con mi parasol
para ganarme la vida
honrado y en paz con Dios.
-¿Quieres vivir con nosotras?
No es mucho, pero algo son
una cama, una silla
y un cocido de plumón
Y desde aquel día grande
ya nunca solo vivió
porque los tres componían
una familia de amor."

miércoles, 18 de marzo de 2009

Hoy comienzo de verdad.

Ha pasado casi un mes, desde el 19 de febrero; por diversas circunstancias no he podido escribir. Ahora tenemos internet en casa, y precisamente hoy, víspera de San José, es el día de la Ofrenda de flores a la Virgen. Yo también quiero presentarle mi blog como una ofrenda. Cada escrito, una nueva flor a mi Madre. Y siempre con el deseo de que sea de su agrado.

Y voy a comenzar con la primera cosa que escribí. Quiero advertir que yo no soy escritora ni poeta,o poetisa; eso sí, desde niña me ha gustado mucho leer. En mi querida escuela de Bicorp había un libro de lectura para cada pupitre, es decir para dos niñas que se sentaban juntas.El libro se titulaba "Corazón", de Edmundo de Amicis, y era una antología de cuentos. A mí los que más me gustaban era "El escribiente florentino" y "De los Apeninos a los Andes", de cuyo guión se hizo una serie televisiva años después. Además, aprendíamos muchas poesías de memoria, cosa que me encantaba.

También aprendíamos muchas canciones populares, y villancicos en Navidad. Todas las que recuerde quiero escribirlas aquí. Pienso que alguien se alegrará con ello. Hay un tiempo para crecer y otro para dar fruto. Cuando me llegó ese tiempo, no pude leer, pero al modo de los rumiantes, fui sacando lo que había aprendido, y cantaba con mis hijos pequeños, les enseñaba poesías y les contaba cuentos.

Era en la Pascua del año 2000, cuando se acercaba la boda de Pepe y Cristina, y pensaron obsequiar a sus invitados con un botecito de miel, de la que habíamos tenido una excelente cosecha. Se me ocurrió la idea de atarle al bote un cordón con un mensaje. Y así fue como escribí la leyenda de la abeja que narro a continuación:

Cuando el buen Dios, nuestro Padre,
un mundo en amor creaba,
pasaron los animales
y un nombre y un don les daba.

Llegó la abeja hacendosa;
quiso premiar su labor:
"Será una tarea hermosa,
volarás de flor en flor".

Vino la avispa seguido,
también le pidió su don:
-"No habrá rival ni enemigo
que pueda con tu aguijón".

Oyólo nuestra abejita
y volvióse al Creador.
Le susurró una escuchita
y le pidió otro aguijón.

-"Tendrás el don y el castigo,
-dijo esta vez el buen Dios,-
por envidiosa te digo,
morirás del picazón".

Cuando llegó el hombre al fin,
dijo el Padre emocionado:
-"Hijo, te prefiero a ti,
ama como Yo te he amado".