lunes, 25 de enero de 2010

Una historia real

Era por aquel entonces mi hijo pequeño, David, alumno del parvulario de María Auxiliadora, anexo al Colegio Salesiano de San Juan Bosco, donde después realizó sus estudios.
La profesora había convocado una reunión de madres para informarnos sobre el Festival de fin de curso que se estaba organizando.
Nos dijo que todos los niños de la clase debían llevar un disfraz de "prehistórico", al estilo de Pedro Picapiedra. Era muy sencillo, una especie de camiseta larga, cosida por un hombro y con el otro al descubierto. Ella misma nos facilitó el patrón, indicando unos establecimientos donde podíamos comprar el tejido de "borreguito", similar al que llevan algunos forros de abrigo.
Para que nos resultara más económico, dado que el patrón iba cortado en diagonal, nos sugirió que nos agrupásemos de dos en dos para comprarlo, así se aprovechaba mejor el corte de tela. Y en un instante, no sé si por razones de amistad o de vecindad, quedaron todas las madres emparejadas. Yo me quedé perpleja, no conocía a las madres que estaban a mi lado, y me quedé sola.
Cuando la profesora preguntó si había quedado alguien sin pareja, levanté la mano. Ella me dijo: Hay una madre que no ha venido a la reunión, si quieres, te doy su teléfono para que puedas contactar con ella; los niños están muy ilusionados, y sería una pena que alguno no pudiese participar.
Aquella noche llamé por teléfono a esta madre y le conté lo ocurrido. Le pregunté cuándo podíamos ir juntas a comprar el tejido.
Mira,- me respondió,- es que yo trabajo y no puedo ir.
-Bueno, no pasa nada, yo iré, y te pondré el patrón cortado en una bolsa. Mi hijo se lo dará al tuyo en el colegio.
-!Ay, si es que no tengo tiempo para coser! Me sabe mal pero...
-Chica, no te preocupes, si son cuatro puntos, ya te lo mandaré cosido.
!Ah, la señorita nos dijo que para el ensayo general quería comprobar que todos los niños irán vestidos correctamente, además que a ellos les hace mucha ilusión ponerse el traje.
Así que nos pidió que vayamos las madres, porque si los tiene que vestir ella a todos...
-Es que yo no puedo, ¿sabes? Tenemos un negocio, y yo, entre la casa y la tienda, no paro. Lo siento, pero..
.
-No pasa nada, como iremos un montón de madres y abuelas, no te preocupes que tu niño no se quedará sin vestir.
Bien, me alegro de hablar contigo. Ya nos veremos el día del Festival.
-Oye, mira, muchas gracias por todo, no sabes cuánto te lo agradezco, pero ese día tampoco podré ir. Mi hija mayor irá con su hermano...
Sin comentarios. Donde está tu tesoro, está tu corazón.