lunes, 25 de enero de 2010

LA HERENCIA

Sabido es que éste puede ser un momento conflictivo en las familias. Para que ésto no suceda, sino que sea motivo de sana prosperidad, gratitud hacia los padres y generosidad entre los hermanos, quiero contaros mi experiencia, lo que ocurrió en mi familia.

Este fue el ejemplo de mis mayores.
Por orden cronológico, la primera en heredar fue mi madre. Puesto que yo todavía no había nacido, os refiero su propio relato:
El fin de la guerra el 1 de abril de 1939, y el regreso de los hombres que habían combatido en el frente, fue, naturalmente, de gran regocijo. Pero después de tres años de guerra, uno de ellos de extrema sequía, el campo era yermo y las despensas, vacías; el fantasma del hambre hizo que muchas familias emigrasen a Barcelona, o a otros lugares.
Mi abuelo materno, hombre justo y bueno, quiso atajar este mal repartiendo sus bienes entre sus siete hijos.No era viejo todavía, pero el sufrimiento de la guerra había debilitado su salud. Pensó en sus hijos: ellos eran jóvenes, todos casados, algunos recientemente, y creyó conveniente darles todo lo que poseía para que se abriesen camino en la vida. Y así lo hizo.
Se hicieron siete lotes. Uno de ellos, el de la casa paterna, con la condición de que los padres vivirían en ella. Esto provocó alguna reacción poco afortunada. Una de las hijas se expresó así: "Casa grande y con abuelos, ¡ vaya herencia interesante!"
A lo que mi madre respondió:"Si alguien no quiere la casa, yo le cambiaré mi parte".
Quiero aclarar que esto no lo dijo por conveniencia, pues al ser la casa de más valor, ese lote tenía pocas tierras de cultivo. Siendo mi padre jornalero porque no poseía campos, otro lote les hubiese convenido más. Se realizó el sorteo; mi madre cumplió su palabra y cambió su parte, de modo que tuvo que compartir la casa con sus padres. No le importaba, para ella eran un tesoro. Después, la estrechez económica les instó a emigrar. Mis padres y mi hermano fueron acogidos en Barcelona por unos familiares que les cedieron una habitación en su pequeño piso. El hacinamiento era inevitable.
A mi padre le ofrecieron el empleo de portero en un inmueble de reciente construcción.Pienso que él recordaría aquellos versos de José Mª Gabriel y Galán:
"...como los anchos cielos, / como los campos de mi amada tierra..."
Mi padre, pastor de niño, campesino joven, hombre libre y amante de la naturaleza, no podía encerrarse de por vida en una portería.
Así que pronto volvieron a Bicorp, gracias a Dios.

El caso de mi padre fue diferente.
Mis abuelos paternos eran más pobres; la casa y algunos campos, poco tenían que legar.
Al morir mi abuela en 1956, mi abuelo quedó solo y deseaba ardientemente volver a ver a un hijo suyo que habia emigrado a Argentina años antes, con su esposa y dos hijos de corta edad.
Los hermanos acordaron repartirse los bienes haciendo cinco partes; como eran cuatro hijos, una parte se vendió para costear el viaje. Fue un gesto de gratitud hacia su padre, de generosidad en medio de la precariedad. Mi abuelo pasó un tiempo en América y luego volvió, para morir aquí con nosotros.

Escribo esto porque la historia es maestra de la vida.
El progreso material es acumulativo, pero el progreso espiritual, no.
La vida es una elección constante sobre lo que vamos a hacer, y cómo lo vamos a hacer.
Podemos heredar los bienes de nuestros mayores, y podemos heredar su ejemplo y su talante si consideramos su vida, reflexionamos sobre ella y sacamos conclusiones.
A este fin he dedicado este relato.

La herencia no es una compra- venta para mirar precio o regatear.
Heredar es recibir los bienes de los padres como un regalo, y vivir contentos y agradecidos, sin mirar si me ha tocado más o menos.
Cada hijo es distinto, pero los padres queremos a todos igual, intentamos dar a cada uno lo que necesita: así, uno tiene problemas de visión, otro requiere un tratamiento de ortodoncia, hay quien rompe más calzado...
No pueden contarse las noches sin dormir, los sacrificios, el esfuerzo por comprenderos, el tino para corregir, la alegría de abrazaros...
El mayor legado es el amor.