martes, 20 de octubre de 2009

Manifestación por la vida

MANIFESTACIÓN POR LA VIDA
Madrid, 17 de octubre de 2009.
Fue la primera manifestación de mi vida. Ni siquiera cuando vivíamos en Valencia, que no hubiese tenido que desplazarme, participé en ninguna, aunque hubo muchas por causa de la Reforma educativa, en aquellos años 80. Siempre pensé que educar bien a mis hijos y cuidar de mi numerosa familia eran mi mejor manifestación y defensa de la vida.
Ahora, a los 62 años, he tenido mi oportunidad. En septiembre recibí varios correos de Hazte oír y Derecho a vivir, a los que soy afiliada. Me anunciaban la convocatoria y me invitaban a colaborar, cosa que hice con mucho gusto.
Con gran ilusión y esmero confeccionamos unos carteles, con letras grandes, de colores, para que se viera bien. Los colocamos en todas las parroquias de Játiva, en el convento de Consolación, en el Asilo de San Antonio, en el Colegio de la Inmaculada, antigua Beneficencia, en el Cuartel de la Guardia civil, y en algunos establecimientos particulares, a los que damos las gracias.
Omito el citar los estamentos públicos y privados que nos negaron el permiso para colocar el cartel. Me dolió especialmente algunos, muy relacionados con los jóvenes, pues "quien no sabe, no puede elegir".
Fue muy oportuna la actuación del Foro valenciano de la familia, el martes 6 de octubre, en la Casa de la Cultura de Xátiva, con el cine-forum de "Bella", una película muy bonita que nos hace pensar.Y además, con gran despliegue informativo.
Se aproximaba ya la fecha del evento, y todavía no teníamos autobús, pero el Señor vino en nuestra ayuda; nuestros amigos de Canals nos brindaron todo su apoyo, y el sábado, 17 de octubre, partía el autocar hacia Madrid lleno de manifestantes ilusionados.
El viaje transcurrió sin novedad. Aunque no viajaba con nosotros ningún religioso, lo primero que hicimos fue una oración para ofrecer a Dios nuestra jornada, y pedir al Ängel de la Guarda su protección.
Después de una corta parada en ruta, disfrutamos de una buena peli: "Gran Torino", que os recomiendo. No es adecuada para niños por el vocabulario que emplea, propio de los bajos fondos, pero para mayores es estupenda. Trata de la conversión de un hombre.
Una vez llegados a Madrid nos apeamos en la Avenida de Barcelona, caminamos hacia la estación de Atocha, y de allí, al Parque del Retiro.Había mucha gente. Nos sentamos en la hierba, formando un corro, a la sombra de un árbol, y comimos de buena gana entre risas y bromas.
Gracias al móvil pude comunicarme con mi hija y mi nieta mayor, que habían viajado con Provida desde Valencia, y estaban también allí comiendo en el Retiro. Vinieron muy contentas a saludarnos, después nos despedimos y cada cual partió con su grupo hacia la Puerta del Sol.
El día era sereno y apacible. El cielo azul, luminoso, y el sol, espléndido, pero tampoco hacía calor. Ni una sola nubecilla que hiciera temer a los más pesimistas que se aguara la fiesta. Para mí está bien claro, el Dios de la Vida nos acompañaba.
Las calles de Madrid eran ríos de gente. Gandes y chicos se acercaban animosos al lugar del evento. El vasto "aforo" se llenó de pacíficos manifestantes. Habían llegado de toda España muchos jóvenes, familias con sus hijos, y también algunos mayores. Vi a uno de éstos, apoyado en su bastón y sentado en una silla de cartón. Pero quiso estar allí. Todos estábamos allí para manifestar un rotundo NO al aborto y nuestro comprometido Sí a la vida.
Conforme nos íbamos acercando, empezamos a oír el conocido canto de "Libertad, libertad, sin ira, libertad", que nos recordaba aquella primera convocatoria electoral de los años de la transición, comienzo de nuestras libertades democráticas.
Poco después comenzó el acto con un saludo de bienvenida, y escuchamos el sincero testimonio de algunas valientes mujeres. Y lo digo tanto por aquellas que recibieron ayuda a tiempo y no llegaron a abortar, como por aquellas que cayeron en la trampa y luego han puesto su vida al servicio del bien y de la vida.
Para sufragar los gastos de la manifestación se nos pidió la aportación de 1 euro, invitándonos a hacerlo enviando un MSM con la palabra "vida" a un número que se nos indicaba. Para no colapsar el sistema, se hizo por comunidades autónomas, de modo que esto habrá servido también como registro de participación. Los que no disponían de móvil podían hacer su aportación por medio de las huchas que portaban unos jóvenes voluntarios acreditados.
Luego vimos en la pantalla gigante a Eduardo Verástegui, el flamante director de la película "Bella", que he citado antes. Me gustó mucho la defensa que hizo del varón, el gran excluído por las feministas en su horrible dictamen de muerte: "nosotras parimos, nosotras decidimos... El padre, -dijo-, sin cuyo concurso no hay fecundación, debe ser el primer implicado en la defensa de la vida .
Habían acudido igualmente a Madrid representantes de las organizaciones por la vida en Portugal, Francia, Alemania e Italia, que nos animaron con sus mensajes a luchar unidos por la erradicación de esta lacra universal que es el aborto.
El ambiente era tranquilo y relajado. A los que temen las aglomeraciones quiero decirles que no hubo gritos ni empujones, que no íbamos contra nadie, que allí reinaba la paz. Hubo, eso sí, alegría y canciones, y fue muy emotivo cuando alguno de esos conocidos cantos fue coreado:
"Creer que se puede, querer que se pueda,
quitarte los miedos, sacarlos afuera,
pintarte la cara, color esperanza,
retar al futuro con el corazon, oh, oh, oh,"
Yo me emocioné con aquella vieja canción:
"Que canten los niños, que alcen la voz,
que hagan al mundo escuchar.
Que unan sus voces y lleguen al sol,
que en ellos está la verdad.
Que canten los niños que viven en paz,
y aquellos que sufren dolor,
que canten por esos que no cantarán,
porque han apagado su voz.
Yo canto para que me dejen vivir,
yo canto para que sonría mamá,
yo canto para que sea el cielo azul,
y yo para que no ensucien el mar...
Yo canto para que se escuche mi voz,
y yo para ver si les hago pensar,
yo canto porque quiero un mundo feliz,
y yo por si alguien me quiere escuchar...
Qe canten los niños, que alcen la voz...
Yo canto para que sea verde el jardín,
yo canto para que no apaguen el sol,
yo canto porque quiero un mundo feliz,
yo canto para que no se escuche el cañón.
Yo canto por los que no tienen pan,
yo canto por los que no tienen voz,
yo canto por el que no sabe escribir,
y yo por el que escribe versos de amor...
Que canten los niños, que alcen la voz..."
A continuación se leyó el Manifiesto por la vida, que escuchamos con atención y apludimos con fuerza. Son las peticiones que hacemos al Gobierno para que cambien las leyes y el aborto pase a ser un horror del pasado.
Después, D. Benigno Blanco dió las gracias a todos los participantes, animándonos a trabajar en defensa de la vida y de los débiles.Y deseando un buen viaje a los que habíamos llegado de fuera, dió por concluída la manifestación.
La gente se fue marchando tan ordenada y pacíficamente como había llegado. El amplio Paseo de la Castellana rebosaba armonía. Aquel emocionante y esperado día de otoño tocaba ya a su fin.
Al volver donde nos esperaba el autobús, ciertamente un poco cansados, todos decíamos:¡Ha valido la pena!
Mi amigo Ricardo añadió: Y si se ponen un poco cabezotas, ¡volveremos!
Ni fue un acto político, ni religioso. Fue el encuentro de más de dos millones de españoles que aman la vida y la familia, y la defienden. Y ese día estábamos en Madrid representando a muchos millones más que sienten como nosotros y que no pudieron ir, pero su corazón estaba también allí.