jueves, 24 de febrero de 2011

El Cristo de la buena muerte

EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE

Ahora se usan muchos eufemismos: muerte digna, etc. Pero a los cristianos nos gusta la verdad, esto, es llamar a las cosas por su nombre.

Y meditando que Cristo es nuestro modelo en todo, podemos decir que también lo es en la muerte.

Alo largo de la Pasión se suceden las escenas de dolor.

Jesús podía haber muerto en la cruel flagelación, o en largo camino hacia el Calvario, cargado con el madero, o cuando cayó al suelo…

Pero tenía que ser alzado, para que todos pusieran sus ojos en El.

Y como sucediera con la serpiente de bronce que hizo Moisés, “los que la miraban quedaban curados.”

En el pasaje de la crucifixión, narrado por los cuatro evangelistas, podemos reflexionar sobre la actitud de algunos personajes.

La gente. Aquellas personas que se apretujaban para ver sus milagros, que sacaban a los enfermos para que los curase, que escuchaban su predicación y decían que “hablaba con autoridad”, no le habían entendido.

Esperaban un Mesías guerrero, que aplastara a todos sus enemigos, que los librase de la dominación romana. Viéndole allí muerto en la cruz, no le reconocieron como Mesías.

Los teólogos. Los sacerdotes, escribas y fariseos esperaban un Mesías con poder, para que restaurase el antiguo esplendor del Templo y del culto. Con esa actitud dicen:”Si es el Hijo de Dios, que baje de la cruz, y creeremos en él”.

Pero Jesús pensaba en tantos miles que no podían bajar de su cruz, y no se bajó.

El había dicho: “Quien quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga”.

Los ladrones. El malo le increpaba: “¡Si eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros!

Pero el buen ladrón, el arrepentido, aunque era igualmente ladrón, nos da la pista a seguir: “Acuérdate de mí, Señor, “

Y Jesús no se hace esperar: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.