jueves, 2 de abril de 2009

Por qué escribo.

Un día me preguntaron: ¿Por qué escribes? Y ésta fue mi respuesta. Esto fue hacia el año 2001. Por aquel entonces yo atendía a mi familia, como siempre, pero con el agravante de que mi madre, que siempre había sido mi brazo derecho, estuvo enferma de Alzheimer desde octubre de 1999 hasta su muerte, el día 30 de agosto de 2006. Y esto, contrariamente a lo que pueda parecer, no fue una carga, sino un regalo de Dios para mí.

- - - - -

Como la lluvia empapa la tierra
y brotan las fuentes,
así yo, de niña, leía y recitaba
con verdadero deleite.

Mi ilusión era estudiar,
ser maestra y enseñar.
¡Creía que el mal del mundo
era fácil de arreglar!.

Con no pocos sacrificios
de mis padres,
pude conseguir un día
mis ideales.

No sé bien si cumplí el plan de Dios
o el mío,
pero cambié, por un amor,
el camino.

Cuando mi madre soñaba
con verme de maestrilla
yo el día entero pasaba
con pañales y papillas.

Entre llantos y sonrisas
-"cuéntame un cuento"-.
Cantábamos cancioncillas
y muchos juegos.

Fue un tiempo alegre y difícil
a la vez,
que con la ayuda de Dios,
pudo ser.

Ahora que ya son mayores
disfruto hablando con ellos.
Siempre soñé que sería
una amiga para ellos.

No sé si lo he conseguido
de verdad.
Intento daros cariño
y libertad.

Mi mente inquieta y lectora
de la niñez,
brota sosegada ahora
en la madurez.

No son aquéllos poemas
de Jiménez y Machado que aprendí,
pero tienen una fuerza
que, de amor acrisolado, conseguí.

Yo no me creo poeta
si bien me encanta escribir,
y no lo hago por mi gusto,
aunque me siento feliz.

Parece un contrasentido
pero yo lo explicaré:
mi Padre me necesita,
yo haré lo que quiera Él.

A veces estoy cansada
y no me puedo dormir,
-"Pero si no soy profeta...
¿qué quieres, Señor, de mí?".

Yo tengo un amor secreto
que es Dios, la Iglesia, los pobres...
Es la hoguera que me abrasa,
el amor de mis amores.

No lo puedo proclamar,
aunque es algo que se nota,
es como un fuego, una llama,
que de mi corazón brota.

Mi Padre me habla al oído
y me dice: "Lo primero
tu familia; tu marido,
tu madre, hijos y nietos".

También me recuerda a veces
algo que yo nunca olvido:
"Tus hermanos, en pateras,
mueren en un desafío".

No tengo mucho talento,
uno quizás,
mas voy a hacer mi negocio
y no lo quiero enterrar.

Sólo Dios sabe mi afán
por amar y por servir.
Probadlo y descubriréis
qué es una vida feliz.